lunes, 21 de mayo de 2007

Sexo en Madrid

Es fin de semana en Madrid. El sol está camino de Nueva York dejando a la villa en penumbra.

Miles de botellas repletas de alcohol comienzan a verterse en el interior de los habitantes de esta ciudad. Con mayor o menor habilidad se lían canutos. Los más avezados se preparan para una noche muy larga habiéndose empolvado cuidadosamente la nariz.

¿Minifalda o escote? Hace calor y hay competencia. Hay que enseñar algo, lo que sea más bonito. A veces las dudas se disipan enseñándolo todo. Los chicos lo tienen más fácil, algo que marque, un peinado que defina completamente su personalidad y buena colonia.

Pasan las horas. Llega la medianoche, la hora bruja. Muchos llevan ya, con mayor o menor estilo, una buena tajada encima. Otros están aportándole las dosis que les faltan.

Comienzan a llenarse las discotecas y las elegantes salas de fiesta, también los antros. Niñatos, pijos, heavys, grunges, pasotas, porreros, colocados, malotes, gente "con estilo propio", adinerados, pobres, hombres, mujeres, solteros y casados acuden a la llamada de la naturaleza.

Toda una noche por delante, mil estilos, mucho alcohol y humo, poca luz, una expectativa compartida: follar. Unos lo dicen abiertamente, otras lo niegan. Los niños buscan niñas guapas. Unos las prefieren pijas, otros alternativas. Pero que estén buenas. Eso sí, sólo unos pocos se atreven a hacer algo para conseguirlas. Las niñas esperan ansiosas el efecto de sus modelitos. Por suerte para ellas y su frágil autoestima, este no se hace esperar. Muchas cabezas se giran al verlas pasar, algunos les gritan alguna ordinariez. La noche va bien, pero a ellas no les vale cualquiera. Quieren uno que esté bueno. Aunque se conformarán con uno que sea lo suficientemente gallito. Un atrevido bailarín que las invite a moverse, un líder de grupo, un tío duro. Un macho desde algún punto de vista desde lo más ancestral a lo más moderno.

La noche se desarrolla, se hacen aproximaciones, llueve alcohol, la gente comienza a perder el control. La música está muy alta, no se puede hablar. Los movimientos cada vez son más frenéticos, esas piernas y escotes los vuelven locos, esos ombligos son muy sensuales. Ellas miran a cuerpos cultivados en gimnasio, a chicos de ojos bonitos, tatuajes atrevidos. Las luces destellan y ciegan a ratos. Las capas externas del cerebro se apagan. La parte reptiliana se activa. El comportamiento de la masa cae por debajo de la vigilia.

Se llega al punto crítico. Ya nada importa. Somos animales.Una chica que acaba de romper con su novio termina comprobando qué pueden darle dos chicos que no le daba su ex. Otra ha estado disfrutando a escondidas pornografía sadomasoquista y encuentra el momento en que puede hacer realidad sus sueños, mientras, entre risas, pone los cuernos a su marido. Un chico muy atractivo se morrea ampulosamente con una niñita muy mona que lleva todo el curso enamorada de él. Sólo intenta hacer sufrir a su ex, que le ha dejado por el tipo bajito del porsche, algo mayor para ella. Más adelante y con el calentón la desvirgará en su 206. Ella no dirá que no a nada, ya es mayor aunque haya dicho a sus padres que iba a casa de una amiga. Él nunca la volverá a dirigir la palabra, aunque algo suyo perdurará en ella un tiempo, y es que a pelo gusta más. Alguien vomita en una esquina, sus mejores amigos se ríen de él y le instan a beber más. La gente sonríe y grita extasiada en derredor. Todo es alegría, todo es buen rollo.

La noche acaba. Sexo porque sí. Pasiones consumadas porque sí. Sumisión al líder de la manada.

El nuevo día comienza. Sentimientos cercenados. Arrepentimiento y culpa barridos bajo la alfombra. Resaca. Ellas son todas unas zorras. Ellos son todos unos cabrones.

Una gran noche de sábado, en la que los rayos de tormenta que han caído sobre Madrid no dejaban oír el alboroto de placer y dolor sin sentido.

Pronto volverá a ser viernes y todo empezará como si nunca hubiera pasado.

Esto es Madrid.

2 comentarios:

Luces del Interior dijo...

Es curioso! No solo pasa en Madrid, quizás es una cosa del ser humano, que en nuestra condición de animal (desarrollado, pero animal) solo atinamos a comportarnos como tales.

Pensá en esto: en la manada, siempre hay un macho que sobresale y ese, es precisamente quien tiene a las mejores hembras, así las cosas todos quieren ser el macho sobre-saliente, el más vistoso, el más fuerte, el más grande.

Las hembras por su parte, atienden su instinto de preservar la especie con el mejor ejemplar y por ello de dan la tarea de hacer la mejor escogencia y para ello, solo esperan ver al mejor ejemplar.

Simple comporamiento animal, no queda otra que seguir los instintos!

Yo, personalmente no creo que esto sea malo, al final es nuestra naturaleza "humana".

Excelente post.

Buscadora dijo...

Aunque pueda parecer mentira odiar a veces es necesario y sano, a veces es mejor soltar la rabia que guardarla durante años pudriéndose dentro de tí. El odio hay que expresarlo cuando tiene un motivo real, realísimo en este caso, aunque no se comprenda a veces.

Y mi odio, este odio, tengo que sacarlo, gritarlo, o apagarme lentamente en el recuerdo de lo que no quiero recordar.

Un beso